La trata de personas es uno de los crímenes más graves de nuestro tiempo.
Aunque a menudo la imaginamos como algo que ocurre en callejones oscuros o redes clandestinas, la realidad es que cada vez más empieza en un lugar familiar para todos: las redes sociales.
Instagram, TikTok, Facebook o incluso aplicaciones de mensajería como Telegram se han convertido en escaparates donde los tratantes buscan, engañan y captan a sus víctimas.
Lo hacen a través de promesas falsas de trabajo, relaciones sentimentales inventadas o incluso mediante chantaje con contenido íntimo. Y lo más preocupante es que quienes caen en estas trampas suelen ser mujeres jóvenes, adolescentes y personas en situación de vulnerabilidad.
La cara oculta de la digitalización

Por Gemma con dos m
Analista de Ciberinteligencia y alumna de la 12ª edición del Máster en Ciberinteligencia
El entorno digital, que nos ofrece oportunidades infinitas de conexión, también brinda a los tratantes anonimato, alcance global y rapidez de acción.
Los algoritmos que normalmente nos recomiendan vídeos o amigos también facilitan que estas redes criminales se expandan y encuentren nuevas víctimas con facilidad.
Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, 2023), menos del 1 % de las víctimas de trata es identificada a nivel global.
Este dato refleja no solo la magnitud del problema, sino también la dificultad de detectarlo en entornos digitales donde los tratantes aprovechan el anonimato y la falta de cooperación entre
plataformas. Aquí surge la gran pregunta: ¿cómo podemos detectar y frenar la trata en la red?
La ciberinteligencia como aliada
En el Trabajo Fin de Máster he explorado precisamente esto: cómo aplicar la ciberinteligencia para prevenir y detectar casos de trata de personas en entornos digitales.
La ciberinteligencia combina varias herramientas y enfoques:
- OSINT (Open Source Intelligence): recopila información de fuentes abiertas en internet, como perfiles falsos o páginas web sospechosas.
- SOCMINT (Social Media Intelligence): analiza las dinámicas en redes sociales, detectando comunidades o patrones de captación.
- Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN): utiliza inteligencia artificial para analizar mensajes y detectar lenguaje de manipulación o códigos ocultos.
Estas tecnologías, unidas en sistemas de alerta temprana, permiten identificar posibles casos antes de que sea demasiado tarde.
Un modelo integral
La propuesta no se limita a la parte técnica, la clave está en integrar tres dimensiones:
- La técnica, con herramientas de detección y análisis.
- La legal-institucional, que asegure la cooperación entre países y plataformas digitales.
- La comunicativa-preventiva, con campañas de sensibilización dirigidas a los colectivos más vulnerables.
Un ejemplo real de este último punto es la campaña #TikTokTrata de APRAMP, que en 2023 utilizó la red social TikTok para llegar a jóvenes mediante influencers y testimonios de supervivientes. Es la prueba de que también podemos usar las redes sociales para proteger en lugar de explotar.
Mirando al futuro
La trata digital es un desafío global. No basta con más leyes ni con más tecnología por separado.
Lo que necesitamos es un enfoque integrado, donde la innovación tecnológica sea responsable y auditada, las instituciones cooperen a nivel internacional y, sobre todo, nunca se pierda de vista la prioridad: proteger a las víctimas.
La tecnología, bien utilizada, puede ser una poderosa aliada para romper las cadenas invisibles de la trata.
Cada campaña de sensibilización, cada sistema de alerta temprana y cada colaboración internacional representan un paso hacia un internet más seguro.
La tecnología no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que, acompañada de voluntad política y compromiso social, puede marcar la diferencia en la vida de miles de personas.
La lucha contra la trata digital nos recuerda que la innovación debe estar siempre al servicio de la dignidad y los derechos humanos.
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